En contra de lo que pudiera parecer por el argumento y enfoque infantiles de Roverandom, se trata de una literatura con diversos estratos de lectura: puede ser disfrutada desde por niños espabilados de ocho o diez años (que leerán una historia divertida y aprenderán más vocabulario que con un libro infantil actual al uso) hasta por estudiosos de Filología o Mitología, que descubrirán un texto entretejido de frecuentes alusiones veladas a la propia vida familiar de Tolkien y de sus hijos, a los que el relato iba originariamente dirigido; a otros cuentos infantiles, como los de Edith Nesbit; a hechos reales de los precisos días en que el cuento fue escrito, como un «fallido» eclipse de Luna; a los idiomas y su fonología, que era el campo de estudio predilecto de Tolkien; y, por supuesto, a las distintas mitologías: griega, celta, nórdica, o, incluso, la propia de Tolkien.
Roverandom, que no se publicó hasta 1998, nació más de sesenta años antes como una historia con un propósito único y limitado: consolar a un niño pequeño por la pérdida de su perro de juguete. En septiembre de 1925, la familia Tolkien, padre, madre y tres hijos, John (de 8 años de edad), Michael ( de 5) y el bebé Christopher, se fueron de vacaciones al pueblo costero de Filey, en Yorkshire. En ese entonces Michael estaba muy unido a un pequeño perro de juguete que lo acompañaba a todas partes. Su padre, él y su hermano mayor, bajaron a la playa, lo dejó para jugar, pero cuando volvieron a buscarlo no lo encontraron: el perro era blanco con manchas negras, y en una playa de guijarros blancos resultaba invisible. Lo buscaron sin éxito ese día y el siguiente, y entonces una tormenta destrozó la playa y no pudieron seguir buscándolo. Para animar a Michael, Tolkien inventó una historia en la que el juguete Rover no era un juguete, sino un perro de verdad convertido en juguete por un mago furioso; entonces el juguete conocía a un mago amable en la playa, quien le encomendaba varias misiones para que volviera a convertirse en un perro de verdad y se reuniera con su antiguo propietario, el niño llamado Dos. Como todas las historias de Tolkien, creció mientras la contaba y fue puesta por escrito, con varias ilustraciones del propio Tolkien, en torno a las Navidades de 1927, para alcanzar su forma definitiva aproximadamente en la misma época que El Hobbit, en 1936.
Además de la playa de Filey, donde Rover conoce al mago de la arena, Psámatos, Roverandom se desarrolla en tres escenarios principales: el lado luminoso de la luna, donde el Hombre de la Luna tiene su torre; el lado oscuro, donde los niños dormidos llegan por el sendero de la luna para jugar en el valle de los sueños; y el reino submarino del Rey del Mar, donde el mago furioso Artajerjes rige el destino del Pacífico y el Atlántico como Mago o PAM. Tanto en la luna como bajo el mar, Rover recibe la amistad de un perro de la luna, o un perro del mar, ambos llamados Rover, razón por la cual toma el nombre de Roverandom. Los tres se meten en continuos líos, haciendo rabiar al Gran Dragón Blanco de la luna y despertando a la Serpiente del Mar en el lecho marino, cuyos movimientos envían una tormenta como la que dispersó los guijarros en Filey, mientras la gran ballena Uin lleva a Roverandom a través de los Mares Sombríos y más allá de las Islas Mágicas hasta tener a la vista el propio Hogar de los Elfos y la luz del País de las Hadas, que es lo máximo que llega a vincular Tolkien este relato con su mitología más vasta. “Si se llegara a saber, yo me enteraría”, dice Uin, sumergiéndose rápidamente, y nada más sabemos de lo que sería Valinor.
Ilustraciones
Tolkien daba gran importancia al dibujo y la pintura, a los que era aficionado desde la niñez y practicó con intensidad en su época de estudiante. Nunca abandonó esa afición, aunque la guerra y otras tareas la habían interrumpido. Sin embargo, hacia 1925 volvió a dibujar con regularidad, y uno de los primeros resultados fueron las cinco ilustraciones para Roverandom:
Tolkien daba gran importancia al dibujo y la pintura, a los que era aficionado desde la niñez y practicó con intensidad en su época de estudiante. Nunca abandonó esa afición, aunque la guerra y otras tareas la habían interrumpido. Sin embargo, hacia 1925 volvió a dibujar con regularidad, y uno de los primeros resultados fueron las cinco ilustraciones para Roverandom:
- «Paisaje lunar», un dibujo hecho a lápiz coloreado fechado en 1925, y pintado quizá durante las vacaciones en Filey. Ofrece una imagen de la Luna bastante fiel al texto: árboles azules, amplios espacios abiertos, altas y picudas montañas… El título está escrito directamente bajo el dibujo en una versión temprana del tengwar, una de las escrituras élficas inventadas por Tolkien.
- «El Dragón Blanco persigue a Roverandom y al Perro de la Luna», dibujo a pluma y tinta fechado en 1927, pintado en Lyme Regis y dedicado a John. En él aparecen el dragón, los dos perros alados, una de las arañas de la Luna y una mariposa. Tolkien utilizó este mismo dragón en su mapa titulado Tierras Ásperas de El hobbit, y esta misma araña en su dibujo de el Bosque Negro.
- «Jardines del Palacio de Merking», una espléndida acuarela fechada en 1927 y pintada en Lyme Regis. En ella aparece la ballena Uin sobre el jardín subacuático. «Merking» quedó como «mer-king» en el texto final del cuento.
- «Casa donde “Rover” empezó sus aventuras como “juguete”», acuarela fechada en 1927, pintada en Lyme Regis y dedicada a Christopher. Aparentemente esta ilustración no guarda mucha relación con el texto, aunque se pueda intuir la presencia de Rover y Tinker tras dos cerdos: se representa una granja cercana al mar, y en ningún lugar del cuento se especifica que Rover viviera en una granja, y sí, en cambio, que jamás había visto el mar. Se puede especular con que esta acuarela haya sido reaprovechada y no fuera concebida originalmente para ilustrar el cuento.
- Un dibujo a pluma y tinta sin título en el que aparece Rover llegando a la Luna en la gaviota Mew, con la inscripción «1927-8». Mientras que las otras cuatro ilustraciones aparentan estar elaboradas y completas, ésta es una obra mucho menor. La Luna aparece como un lugar árido y lleno de acantilados, lo que nuevamente contradice el texto.
Los originales de estos cinco dibujos se encuentran en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, y fueron publicados por primera vez en el libro J. R. R. Tolkien: artista e ilustrador (1995), de los mismos estudiosos más tarde responsables de la edición de Roverandom, Christina Scull y Wayne G. Hammond.
Características estilísticas y literarias
Roverandom es, como el resto de las historias infantiles de Tolkien de la misma época, una narración bastante rudimentaria en estructura: consta de tres episodios desarrollados cada uno en un escenario diferente (en Inglaterra, en la Luna y bajo el mar), y marcados cada uno de ellos por la presencia de un mago distinto (Psámatos, el Hombre de la Luna y Artajerjes). Los tres episodios tienen pesos similares y el único hilo conductor a través de ellos es la presencia de Rover, el perrito protagonista.
Resulta llamativa, por contraposición a la trayectoria posterior del autor, la presencia de numerosos elementos que se podrían adjudicar al cuento de hadas clásico de los hermanos Grimm, Perrault o Andersen: gnomos lunares que montan conejos y preparan buñuelos con copos de nieve, o hadas marinas que conducen coches de caracolas tirados por pequeños peces.
Fuentes y referencias en el relato
Además de los sucesos íntimos que motivaron la historia, como la pérdida del perrito de juguete de Michael, a lo largo del cuento se pueden identificar varios sucesos reales del momento de la redacción, como una fuerte tempestad en Filey, que acabó con toda esperanza de encontrar el juguete en la playa (justificada en el cuento como provocada por el despertar de la gran serpiente marina); un eclipse de Luna «fallido» por las malas condiciones de visibilidad meteorológica (asociado a la actividad del Gran Dragón Blanco interrumpida por el Hombre de la Luna); o una explosión volcánica submarina ocurrida en la isla de Santorini (mencionada como uno de los quebraderos de cabeza de Artajerjes en el fondo del mar).
Sin embargo, a pesar de ser un texto evidentemente ligero por su carácter infantil, Roverandom contiene, además de esas referencias comunes, numerosas sutiles referencias cultas, como las tomadas de fuentes mitológicas o literarias, e incluso de su propia y futura mitología literaria:
Roverandom es, como el resto de las historias infantiles de Tolkien de la misma época, una narración bastante rudimentaria en estructura: consta de tres episodios desarrollados cada uno en un escenario diferente (en Inglaterra, en la Luna y bajo el mar), y marcados cada uno de ellos por la presencia de un mago distinto (Psámatos, el Hombre de la Luna y Artajerjes). Los tres episodios tienen pesos similares y el único hilo conductor a través de ellos es la presencia de Rover, el perrito protagonista.
Resulta llamativa, por contraposición a la trayectoria posterior del autor, la presencia de numerosos elementos que se podrían adjudicar al cuento de hadas clásico de los hermanos Grimm, Perrault o Andersen: gnomos lunares que montan conejos y preparan buñuelos con copos de nieve, o hadas marinas que conducen coches de caracolas tirados por pequeños peces.
Fuentes y referencias en el relato
Además de los sucesos íntimos que motivaron la historia, como la pérdida del perrito de juguete de Michael, a lo largo del cuento se pueden identificar varios sucesos reales del momento de la redacción, como una fuerte tempestad en Filey, que acabó con toda esperanza de encontrar el juguete en la playa (justificada en el cuento como provocada por el despertar de la gran serpiente marina); un eclipse de Luna «fallido» por las malas condiciones de visibilidad meteorológica (asociado a la actividad del Gran Dragón Blanco interrumpida por el Hombre de la Luna); o una explosión volcánica submarina ocurrida en la isla de Santorini (mencionada como uno de los quebraderos de cabeza de Artajerjes en el fondo del mar).
Sin embargo, a pesar de ser un texto evidentemente ligero por su carácter infantil, Roverandom contiene, además de esas referencias comunes, numerosas sutiles referencias cultas, como las tomadas de fuentes mitológicas o literarias, e incluso de su propia y futura mitología literaria:
- En el personaje de Artaxerxes, infeliz en el puesto que le toca de mago del océano, por ejemplo, es posible reconocer la mitología griega en los personajes de Proteo, Tritón y, sobre todo, Poseidón o su sucesor romano Neptuno; o la Edda más moderna con Njörðr.
- El episodio del Gran Dragón Blanco alude a la leyenda protagonizada por el mago Merlín y el rey Vortigern en la que un dragón rojo y uno blanco (representando a celtas y sajones) luchan por la preponderancia en Britania.
- La leyenda noruega Heimskringla del rey Olaf Tryggvason y su perro fiel explica la existencia de otro perro llamado Rover en el fondo marino.
- La gran serpiente que engulle su propia cola ha sido tomada por Tolkien igualmente de la mitología nórdica; representa, sin embargo, un motivo mitológico viejo y se encuentra simbólicamente como Uróboros en muchas culturas. Curiosamente no se la hace en Roverandom responsable sólo de temporales, temblores y huracanes; si no también del hundimiento de la Atlántida. Este cuento demuestra que J. R. R. Tolkien tiene que haber dado vueltas al mito de la Atlántida ya muy temprano, mito que se refleja en su mitología más tardía en el episodio del hundimiento de Númenor.
- Revela influencias más exóticas el «Hombre viejo del mar», una figura de la poesía árabe de «Simbad el Marino».
- En Roverandom se pueden identificar también diversas fuentes o referencias literarias, empezando por El sueño de una noche de verano de William Shakespeare, comedia teatral en la que aparece un «hombre de la Luna», incluso con su propio perro.
- También merecen mención aparte los cuentos infantiles de Edith Nesbit, de los que Tolkien tomó un elemento fundamental: el hechicero de la arena («psamatista») está tomado directamente del hada de la arena («psammead») que aparece en Cinco niños y esto (1902) y en La historia del amuleto (1906). Incluso en las primeras versiones mecanografiadas del cuento Psámatos recibe el nombre de psammead en vez de psamatista, y tiene cuernos de caracol como el personaje de Nesbit.
- Otras obras que es posible visionar a través del texto son las novelas A través del espejo y lo que Alicia encontró allí y Silvia y Bruno de Lewis Carroll (por la absurda flora y fauna de la Luna), e incluso la ópera cómica Juicio por jurado de Gilbert y Sullivan.
Son especialmente interesantes las alusiones deslizadas en el relato al resto de obras de Tolkien, referencias que el autor fue tomando prestadas para el cuento del legendarium que él mismo tenía ya en avanzado estado de elaboración.
Las dos obras más conectadas con ésta son, evidentemente, los dos poemas que protagoniza el Hombre de la Luna: «Al Hombre de la Luna se le hizo un rato tarde» y «El Hombre de la Luna descendió con premura», publicados ambos en Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo, libro de poemas incluido en ocasiones en el «canon» de la Tierra Media. El segundo de ellos estaba ya escrito en 1915. Se trata, claramente, del mismo Hombre de la Luna: vive en una torre blanca sobre la superficie lunar y recibe las visitas de los niños durante el sueño.
Las dos obras más conectadas con ésta son, evidentemente, los dos poemas que protagoniza el Hombre de la Luna: «Al Hombre de la Luna se le hizo un rato tarde» y «El Hombre de la Luna descendió con premura», publicados ambos en Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo, libro de poemas incluido en ocasiones en el «canon» de la Tierra Media. El segundo de ellos estaba ya escrito en 1915. Se trata, claramente, del mismo Hombre de la Luna: vive en una torre blanca sobre la superficie lunar y recibe las visitas de los niños durante el sueño.
Las coincidencias y paralelismos con El hobbit, escrito a partir de 1927, posterior pero próximo en el tiempo a Roverandom, son también notables: las arañas de la Luna que visita Rover son totalmente análogas a las arañas que habitan el Bosque Negro de El hobbit; y, del mismo modo, el Gran Dragón Blanco podría llamarse Smaug: tanto las arañas como el dragón son similares en ambos relatos hasta compartir incluso el mismo dibujo. Con un poco más de imaginación, es posible entrever la figura de Gandalf en los tres magos de Roverandom (Artaxerxes, Psámatos y el Hombre de la Luna).
Hay otras coincidencias menores, como una de las peculiaridades de la indumentaria de Artajerjes, que llama la atención por coincidir con un adorno en la vestimenta de Tom Bombadil, descrita en el Capítulo 6 de La Comunidad del Anillo: ambos llevan una pluma azul en el sombrero; o el hecho de que el Gran Dragón Blanco llegase a la Luna tras huir de la Tierra porque «las colas de los dragones eran consideradas un manjar delicado por los reyes sajones», una idea que aparece también en Egidio, el granjero de Ham; pero la referencia al mito tolkieniano más sorprendente es la que se produce durante una de las incursiones marítimas de Rover a lomos de la ballena Úin, momento en el que el cuento describe el avistamiento de una tierra de la siguiente manera:
…después atravesaron los Mares Sombríos y llegaron a la Gran Bahía del País Hermoso (como lo llamamos), más allá de las Islas Mágicas; y contemplaron el último Occidente de las Montañas del Hogar de los Elfos y la luz de Faëry sobre las olas. Roverandom creyó ver un retazo de la ciudad de los Elfos en la colina verde debajo de las Montañas, un destello blanco en la lejanía…
Lo que parece hacer referencia a la costa este de Aman. La «Gran Bahía del País Hermoso» sería la bahía de Eldamar, separada del Belegaer por una cortina de islas mágicas. La ciudad del los elfos sobre la colina sería Tirion sobre la colina de Túna. Esto prueba que aunque Tolkien no publicó el primer libro del «canon» de su legendarium (El hobbit) hasta una década después, su universo ficticio iba ya tomando forma en su imaginación
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